" Perdido en China: séptima etapa

Perdido en China: séptima etapa

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Como ya narramos en la anterior entrega, la comida en el 广州市国际健康驿站 Guǎngzhōu shì guó jì jiàn kāng yì zhàn, Estación de salud internacional de la ciudad de Guǎngzhōu, el hotel de cuarentena que nos tocó en suerte era espectacular. Solventado uno de los principales problemas que aquejan a la mayoría de los viajeros, hoy hablaremos un poco del día a día en el hotel de cuarentena.

La comida: el reloj del hotel

Los horarios de las comidas eran el gran reloj que ataba al viajero con la cotidianeidad. Lejos de ser 10 días para pasar acurrucado en la cama y retrasando el jet lag, la cuarentena arrastra a todos a acoplarse al horario chino rápidamente. Esto tiene un lado muy positivo, ya que permite adaptarse al horario sin tener que sufrir los típicos problemas de arribar a una nueva ciudad desconocida, con el cansancio del viaje y los posibles problemas de comunicación que pueden ocurrir al encontrarnos con un idioma tan diferente. Cada día, a las 7 de la mañana, el personal del hotel depositaba una pequeña bolsa plástica con el desayuno en su interior en una mesita colocada justo al lado de la puerta. No hay necesidad de salir corriendo a tomar el desayuno, y solo será uno molestado si para la hora del almuerzo aún no ha tomado la primera comida del día (por cuestiones de seguridad), pero no hay mejor forma de empezar el día que con el desayuno caliente y recién preparado. Dejarlo en su empaque por largas horas solo conseguirá que se enfríe y se arruine. Las siguientes comidas se entregaban a las 12 del mediodía y a las 6 de la tarde. 

Estante ubicado para permitir recibir las comidas abriendo la puerta, pero sin salir de la habitación

Los controles de temperatura

Con las comidas acompañaban dos controles diarios que no podían faltar y que sí podían ocasionar llamadas telefónicas o personal sanitario presentándose en la puerta: los dos controles de temperatura. Un rato después del desayuno y luego lo mismo después del almuerzo, había que realizarse un control de temperatura. Como el hotel había sido construido específicamente para las cuarentenas, contaba con una computadora integrada que se encargaba de todas estas cuestiones, evitando así la necesidad de estar en contacto con el personal. La pequeña computadora instalada en una pared cercana a la puerta emitía una notificación un tiempo después de la entrega de la comida solicitando el control de temperatura. Una vez confirmada la notificación, había que subir una pestaña y una cámara infrarroja se encargaba de tomar y subir la temperatura al sistema. 

Además de los dos controles diarios, se podían solicitar en cualquier momento controles adicionales, pensados por si uno sentía algo de fiebre o malestar. La misma computadora tenía una aplicación para solicitar un médico, ya sea por sospechas de Covid-19 como por cualquier otra dolencia.

Si la temperatura detectada por la computadora era superior a 38 grados comenzaba un seguimiento más personalizado, y si la temperatura continuaba subiendo, personal médico podía presentarse en la habitación para realizar testeos de Covid-19. Una de las ventajas de este hotel es que la parte delantera del gran predio cuenta con un hospital equipado con todo lo necesario para atender incluso a los pacientes más graves de pulmonía. Por lo tanto, ante la más mínima sospecha uno ya podía ser atendido con la seguridad de que se le prestarían todos los tratamientos necesarios si la enfermedad escalaba.

En ningún momento tuve problemas con el sistema de temperaturas a pesar de que normalmente me suelen detectar temperaturas altas debido a un metabolismo muy acelerado. Tan solo una mañana en la que, después de realizar ejercicio la medición alcanzó los 38 grados, la planilla digital se puso de color amarillo y no volvió a su color original hasta que la segunda medición de 37,8 confirmó horas más tarde que no tenía fiebre. A partir de este episodio distancié las cesiones de ejercicio de las mediciones de temperatura.

Los testeos de coronavirus

Además de los controles de temperatura había testeos diarios de Covid-19. Para estos testeos, personal médico equipado con los famosos trajes plásticos completos iba habitación por habitación tocando la puerta y realizando la PCR. A diferencia de las PCRs realizadas en Argentina y Corea, las de China son siempre bucales. Aunque son algo menos precisas para la detección de Covid-19, son mucho más cómodas y rápidas. Es verdad que a veces el personal puede ir un poco muy a fondo con el bastoncillo, produciendo una sensación desagradable en la boca, pero normalmente tan solo tocan el paladar y la cara interna de las mejillas. Tras tantas PCRs en Corea llevaba las fosas nasales algo irritadas y se agradeció la nueva modalidad menos invasiva.

Para realizar el testeo hay que esperar a que el personal llame a la puerta. Luego hay que abrir llevando un barbijo puesto y solo hay que bajarlo mientras se realiza la PCR, luego hay que volver a colocárselo y cerrar la puerta. Como norma adicional se solicitaba que cerráramos las ventanas, para evitar flujos de aire. El testeo era un pequeño trámite y no causaba mayores inconvenientes. Tan solo hay que intentar no ducharse en el horario en que pueden realizar el testeo, para evitar la incómoda situación de que sospechen que uno intenta no testearse cuando en realidad está disfrutando de una ducha. 

Expresión de alegría al tener que ponerme el pesado barbijo N95 con casi 40 grados de temperatura.

Otros testeos

Normalmente a los viajeros no se les pide más controles sanitarios que la temperatura y los test PCRs diarios. Sin embargo, si uno proviene o atravesó alguna región que estuviera pasando por alguna enfermedad generalizada, el personal médico puede solicitar estudios específicos. Como el gran viaje de varios días implicó atravesar literalmente medio mundo para llegar me tocaron en suerte no uno, sino dos controles adicionales. Por provenir de Latinoamérica se me practicó un estudio de Fiebre Amarilla, mientras que por haber atravesado Medio Oriente se me realizó un estudio de Viruela de Mono. Ninguno de estos estudios representó un mayor problema, la única parte fea es que se realizan mediante análisis de sangre. Por lo tanto, el personal médico me pinchó los dedos de las manos en dos ocasiones para obtener una pequeña muestra de sangre. Quienes sean sensibles a las agujas podrán encontrar este método más reconfortante, ya que no es una molestia mayor que la de una gran astilla, aunque puede causar alguna incomodidad en la yema de los dedos afectados si van a realizar alguna tarea como por ejemplo pasar largas sesiones trabajando en computadora.

Por fortuna en mi caso particular ambos testeos dieron como resultado negativo y fueron incluidos en mi registro de cuarentena para circular sin problemas por todo el país. Además, enfermedades como la viruela no son contagiosas tras largas cuarentenas como las realizadas para ingresar, por lo que normalmente la gente se relajará mucho en nuestra presencia una vez terminada la larga estadía.

¿Cómo sobrellevar 10 días de cuarentena?

Una de las preguntas que más hemos recibido por redes sociales es qué hacer durante los 10 días de encierro. Aquí, como en muchas cosas en la vida, no hay respuestas universales, y puede que nuestra experiencia no ayude en lo más mínimo. Cada persona es un mundo y encuentra la diversión en diferentes cosas. Tras un viaje tan largo y agotador, los primeros 3 días se pasaron sin mayores problemas ya que tan solo quería descansar. En esos primeros días no hubo rutinas de ejercicios ni largas horas de productividad. El tiempo lo pasé principalmente ordenando mis cosas, descubriendo el funcionamiento del hotel y descansando en la cómoda cama. Excepto que tengan necesidades especiales, como por ejemplo entregar trabajos, recomendamos estos primeros días de adaptación. Yo pasé el tiempo leyendo en la cama, mirando la magnífica serie 风起陇西 Fēng qǐ Lǒngxī, El viento sopla desde Lǒngxī (2022) y empezando a planificar el resto de cuarentena y viaje. 

Tras los primeros días de recuperación, que pueden ser más o menos dependiendo de la persona y el viaje, toca enfrentar la realidad del encierro. La verdad es que con una habitación tan grande, cómoda y luminosa el encierro era casi deseado. Aunque no podía esperar para salir y practicar chino y conocer la hermosa ciudad de 广州 Guǎngzhōu repleta de historia y naturaleza, también permitió tener una llegada al país algo más amable que de costumbre, no teniendo que preocuparme de absolutamente nada de las cuestiones básicas de supervivencia como la comida o el alojamiento. Es más, los 10 días se pasaron volando y casi no tenía ganas de dejar la comodidad del cubil. Solo las ganas de llegar por fin a la preciosa ciudad de 长春 Chángchūn reavivó el espíritu aventurero que el largo viaje había matado.

Al tic-tac que marcaba diariamente la entrega de comidas, lo complementé con horarios para hacer ejercicio, horarios para trabajar en China desde el Sur y horarios para estudiar chino. Todo esto sumado a algunas horas de esparcimiento leyendo y mirando alguna película o serie china hicieron de la cuarentena algo de lo más disfrutable. En ningún momento me sentí encerrado o con una irrefrenable necesidad de salir. El hotel contaba con ayuda psicológica si uno se sentía desanimado o deprimido y en dos ocasiones tuve que llenar un cuestionario online sobre mi estado de ánimo. Supongo que el secreto está en encontrar actividades para hacer cada día que consuman todos y cada uno de los minutos del día. Al final de cada jornada, siempre tenía cosas pendientes para hacer que me motivaban a levantarme temprano al día siguiente y empezar el día con energías. 

Acondicionando un rincón para sentirnos como en casa.

Siempre hay que ser positivo, menos en Covid-19

Tras los primeros días de cuarentena, había que solicitar el famoso código de salud. Para ello, en el propio manual del hotel se indicaba cómo ingresar a la aplicación de la provincia de 广东 Guǎngdōng para tramitar el famoso código. Ya en este punto comenzaron los problemas. Para solicitar el código es necesario un número de teléfono móvil, que puede ser chino o internacional. En los primeros días había intentado recuperar mi antiguo número de teléfono, pero desde la empresa me informaron que había caducado el plan y que tenía que dirigirme personalmente a una oficina de la compañía para obtener un nuevo número. Mi número de teléfono argentino lo había dado de baja días antes, así que tampoco podía ser utilizado. Tras una nueva reunión de emergencia de China desde el Sur, decidimos utilizar el número de teléfono de mi mamá: 王爱琳 Wáng Àilín, codesarrolladora de este espacio en la web.

Introduciendo el número de teléfono, recibimos un mensaje de texto con un código, que al colocarlo en la aplicación permite tramitar el código de salud. Una vez realizado ese trámite, se puede elegir la opción de “inicio de sesión con clave” para evitar la necesidad de utilizar el número telefónico cada vez. Tras solicitar el código, tarda unas horas en comenzar a funcionar y al principio el código es negro, lo que indica que todavía no se ha concluido la cuarentena. Allí se pueden consultar, al igual que en la aplicación del hotel, los resultados de todos los test realizados.

Tras cotejar el código en uno de los primeros días de cuarentena descubrí, no sin cierta sorpresa, que el código había pasado súbitamente a rojo. La razón: un pasajero que viajaba en el mismo avión que yo había dado positivo en Covid-19. Una vez que ocurría esto, la cuarentena podía prolongarse. Tenían que pasar como mínimo 7 días en los que el pasajero infectado y yo no diéramos positivo en Covid-19 para que yo pudiera dejar el hotel. Si el pasajero enfermo debía ser internado, la cuarentena se extendía solo 7 días más a partir del momento de la PCR positiva. Faltaban justo 7 días para dejar el hotel y todo pendía de un hilo. 

Por fortuna, el día anterior a terminar la cuarentena, el código cambió repentinamente a verde, permitiéndome así circular libremente por el país sin ningún problema. Por cuestiones de privacidad no pudimos saber nada sobre el pasajero enfermo, suponemos que como no hubo más controles ni nadie dijo nada en el grupo de Wechat del hotel que se trató de un caso asintomático que en los siguientes testeos dio negativo. A pesar de lo complicado que puede ser quedarse más tiempo del planeado, no hay nada que uno pueda hacer en esa situación, conviene mantenerse calmado, seguir las instrucciones del personal médico y mantenerse siempre positivo… excepto de Covid-19. 

Todo tiene un final

Tras los 10 días de cuarentena solicitados por mi universidad, por fin llegó el día de marchar. Mi idea original era realizar un épico viaje de 24 horas en tren de alta velocidad desde la sureña 广州 Guǎngzhōu hasta la norteña 长春 Chángchūn. Sin embargo, la suerte no acompañó esta vez y fue imposible conseguir un pasaje de tren. El feriado nacional en conmemoración de la fundación de la República Popular China del 1° al 7 de octubre había comenzado. Este evento es la mayor migración humana de cada año, con millones de personas viajando en todas las direcciones para volver a casa de sus padres, a sus propias casas o irse de vacaciones. De hecho, tras cotejar rutas indirectas y caminos alternativos, descubrimos que era casi imposible llegar hasta 长春 Chángchūn y casi se vio frustrado todo el viaje. Aunque ya habíamos vivido en varias ocasiones la gran migración humana, por primera vez descubrimos por qué siempre se recomienda NO viajar en estas fechas.

Tras una nueva reunión de emergencias de China desde el Sur, logramos dar esquinazo al problema y conseguir una forma para viajar hasta el Noreste del país. Llegados a este punto, hasta un camello o un camión de gallinas habría valido con tal de llegar hasta la provincia de 吉林 Jílín. No obstante, contaremos la surrealista aventura que implicó una tortilla española, un problema con el código de salud y un súbito descenso de la temperatura en el próximo artículo. 

Icónica escena del filme 人在囧途 Rén zài jiǒng tú, Perdido en el viaje (2010), ¿Inspirada en este diario de viaje?


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