" El maestro 列 Liè y Epicuro. Terapia para el temor a la muerte

El maestro 列 Liè y Epicuro. Terapia para el temor a la muerte

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El fenómeno de que el pensamiento filosófico se ocupe de la muerte como uno de sus temas de reflexión es recurrente y entendible. Ineludiblemente atada a la vida, la muerte es algo que atravesaremos todos y que resignifica la existencia. No es nada extraño que el fallecimiento de los seres queridos suscite reflexiones acerca del sentido de la vida y su opuesto. 

Uno de los objetivos posibles abordados por la reflexión filosófica acerca de la muerte es suscitar su aceptación y la eliminación del temor ante ella. Las vías por las cuales se emprende esta tarea son variadas y, en este artículo, proponemos tomar dos en consideración: una de Grecia antigua y otra de China antigua. 

La muerte en el capítulo 1 del 列子 

Comenzamos con el maestro Liè, quien vivió antes del maestro Epicuro. La autoría del 列子 Liè zǐ fue atribuida a 列圄寇 Liè Yǔ kòu, quien vivió alrededor del siglo V a.e.c. Actualmente se sostiene que el 列子 Liè zǐ fue escrito por varios autores en un período que abarca desde los Reinos Combatientes (476-221 a.e.c.) hasta el período de las Seis Dinastías (220-589 e.c.)

El Libro I del 列子 Liè zǐ se divide en cinco secciones correspondientes a diferentes enseñanzas de Liè Zĭ, seguidas por siete episodios aparentemente inconexos de diferentes personajes, uno de los cuales hemos citado al comienzo. Sin embargo, hay algunos hilos conductores. Para Graham (1990:4) lo que le otorga unidad al capítulo es el tema de la muerte:

El tema del capítulo es la reconciliación con la muerte. Comienza estableciendo sus premisas metafísicas; todas las cosas siguen un recorrido de crecimiento y ocaso entre el nacimiento y la muerte; nada puede escapar al cambio excepto el Tao, desde el cual provienen y al cual retornan. A continuación vienen una serie de anécdotas que ilustran el tópico de que debemos aceptar la muerte con ecuanimidad.”

En la sección que explica los cambios naturales (列子 Liè zǐ, Libro I, cap. 1), afirma:

有生不生,有化不化。

Yǒu shēng bù shēng, yǒu huà bù huà.

Existe lo que nace y lo que no nace, lo que cambia y lo que no cambia.

不生者能生生,不化者能化化。

Bù shēng zhě néng shēng shēng, bù huà zhě néng huà huà.

Lo que no nace puede hacer nacer a lo que nace, lo que no cambia puede hacer cambiar a lo que cambia.

生者不能不生,化者不能不化,故常生常化。

Shēng zhě bù néng bù shēng, huà zhě bù néng bù huà, gù cháng shēng cháng huà.

Lo que nace no puede no nacer, lo que cambia no puede no cambiar. Por esto el nacimiento es constante, el cambio es constante.

常生常化者,无时不生,无时不化。

Cháng shēng cháng huà zhě, wú shí bù shēng, wú shí bù huà.

Lo que constantemente nace, lo que constantemente cambia no hay un momento en el cual no nace, no hay un momento en el cual no cambie:

阴阳尔,四时尔,不生者疑独,不化者往复。

Yīn yáng ěr, sì shí ěr, bù shēng zhě yí dú, bù huà zhě wǎng fù.

el yīn yáng, las cuatro estaciones. Lo que no nace parece solo. Lo que cambia va y viene.

往复,其际不可终;疑独,其道不可穷.

Wǎng fù, qí jì bù kě zhōng; yí dú, qí dào bù kě qióng. 

Lo que va y viene, al ir y venir, no puede tener un límite final. No se puede agotar el dào de lo que parece solo.”  

En el capítulo 4 de este mismo Libro I cuenta una anécdota que recuerda el diálogo de 庄子 Zhuāngzǐ con una calavera:

子列子适卫,食于道,从者见百岁髑髅,攓蓬而指,顾谓弟子百丰曰:“唯予与彼知而未尝生未尝死也。

Zǐ Liè zǐ shì wèi, shí yú dào, cóng zhě jiàn bǎi suì dú lóu, qiān péng ér zhǐ, gù wèi dìzǐ Bǎi Fēng yuē: “Wéi yǔ yǔ bǐ zhī ér wèi cháng shēng wèi cháng sǐ yě.

Cuando el maestro Liè zǐ iba a Wèi y estaba comiendo en el camino, sus seguidores vieron una calavera de cien años, apartaron las hierbas y se la señalaron. Se volvió a mirar a su discípulo Bǎi Fēng diciendo: "Solo yo y esta sabemos que no ha experimentado la vida y no ha experimentado la muerte."

La muerte según Epicuro. Uno de los cuatro remedios

Nació en la isla de Samos en el 341 a.e.c. Su padre era un colono y tenía ciudadanía ateniense. Llegó a los 18 años a Atenas para cumplir con las obligaciones cívicas que le permitirían adquirir la ciudadanía con pleno derecho. Para esta época, ya había ocurrido la batalla de Queronea y habían muerto tanto Alejandro Magno como Aristóteles. La pólis griega había perdido, por tanto, su autarquía y había dejado de ser el marco privilegiado para la constitución de la vida buena. Epicuro vivió luego en varias ciudades, estudió con Nausífanes de Teos, un filósofo atomista y finalmente regresó a Atenas y permaneció allí hasta su muerte en el 270. En Atenas adquirió una propiedad y fundó una escuela, conocida como el Jardín. En esta escuela se admitían mujeres y esclavos, y estaba sustentada por un vínculo de amistad. No participaban en política, siguiendo el precepto “láthe biósas” (vive ocultamente), pero esto no significaba que estuvieran completamente apartados de la vida ciudadana. De su obra se conservan sólo tres cartas (a Heródoto, a Pítocles y a Meneceo) y varios fragmentos. Diógenes Laercio afirma que fue uno de los escritores más prolíficos de la antigüedad, ya que su obra abarcaba unos 300 rollos.

Epicuro sintetizó su propuesta en lo que denominó tetraphármakon, "cuádruple remedio": 1) eliminación del temor a los dioses; 2) eliminación del miedo a la muerte; 3) apreciación del placer como algo fácil de alcanzar; 4) consideración del dolor como algo sencillo de soportar.

La muerte no debe ser temida, en tanto no es algo que podamos experimentar. Cuando se produce la muerte, ya no estamos ahí para experimentarla. Hay un esfuerzo de parte de Epicuro de pensar la muerte como algo biológico, natural, que no conlleva angustias extra más que el dejar de existir que, como tal, no puede ser estrictamente padecido:

Ἑτοιμάζονταί τινες διὰ βίου τὰ πρὸς τὸ βίον, οὐ συνορῶντες ὡς πᾶσιν ἡμῖν θανάσιμον ἐγκεχυται τὸ τῆς γενέσεως φάρμακον. 

Se preparan algunos durante su vida para lo relativo a la vida, sin ver que a todos nosotros nos han dispuesto desde el nacimiento un veneno mortal. (Gnomologio vaticano 30)

Esta sentencia, pone el acento en que no hay que vivir como si la muerte no existiera. Esto permite maximizar el placer que tenemos en esta vida. Si vamos a morirnos, entonces cada momento que estamos vivos es precioso. En la sentencia 31 de esta misma colección afirma:

χάριν δὲ θανάτου πάντες ἄνθρωποι πόλιν ἀτείχιστον οἰκοῦμεν.

Respecto de la muerte, todos los hombres vivimos en una ciudad desprovista de murallas.

En la sentencia 47, también del Gnomologio vaticano, afirma que si se vive conforme a las máximas epicúreas, 

ἀπίμεν ἐκ τοῦ ζῆν μετὰ καλοῦ παιῶνος ἐπιφωνοῦντες ὡς ἠμῖν βεβίωται

Partiremos de la vida gritando, con una bella canción, que hemos vivido.

Aprender a vivir, aprender a morir

Hemos leído las palabras ancestrales de dos sabios de dos tradiciones culturales diferentes acerca del valor de la vida, que forma parte de un proceso natural que implica, necesariamente, la muerte. Esto los llevó a un camino de aceptación de la muerte, que no se daría meramente como un proceso automático una vez que se comprende una argumentación, sino de una de las prácticas principales del cuidado de sí. Sería, cómo no podría serlo, una tarea para toda la vida.

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2 comentarios

  1. El artículo es maravilloso! La perspectiva del tao no deja de sorprenderme, maravillarme. Abre el pecho y permite respirar pacífica y claramente. Complementar con la perspectiva de Epicuro es ingenioso e interesante para visualizar los contactos entre Oriente y Occidente sobre todo hoy, dónde se vive una fragmentación geopolítica donde los pueblos y la gente común queda aislada. Siempre el arte y la filosofía construye los puentes que el poder hegemónico destruye.

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  2. ¡Qué comentario tan enriquecedor! El conocimiento no debería tener fronteras, en verdad.

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