" El descubrimiento de Homo erectus pekinensis

El descubrimiento de Homo erectus pekinensis

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La paleontología y la antropología no suelen ser áreas científicas prioritarias en los países en vías de desarrollo. Por esta razón, no debe resultar sorprendente que los principales investigadores de algunos de los yacimientos más importantes del mundo provengan de países desarrollados, que muchas veces colectan el material en el extranjero, lo transportan a sus naciones de origen y publican en su propio idioma. En años recientes se ha comenzado a hablar de una suerte de “colonialismo paleontológico”, en el que investigadores no solo aprovechan la posibilidad de colectar material paleontológico en países en desarrollo, sino que deliberadamente excluyen a investigadores locales o se aprovechan de la corrupción local para robar el material de estudio.

Muchos de los primeros grandes descubrimientos paleontológicos y antropológicos modernos de China se dieron de la mano de investigadores extranjeros y luego la investigación continuó de la mano de investigadores chinos una vez el país logró cierta estabilidad. Sorprendentemente, en el descubrimiento del Homo erectus pekinensis, uno de los descubrimientos antropológicos más importantes del siglo XX, la historia es intermedia, ya que los extranjeros jugaron un rol, pero fue gracias al trabajo de paleontólogos y antropólogos chinos que fue posible descubrir y clasificar los primeros restos. 

Entrada del Museo de 周口店 Zhōukǒudiàn.

La montaña de huesos de dragón

Desde muy temprano en la historia de China, diferentes científicos chinos estudiaron diversos yacimientos geológicos del país. Además de dar cuenta de interesantes fenómenos como los terremotos o el descubrimiento de minerales de importancia económica, también descubrieron objetos de lo más curiosos: rocas con formas biológicas como dientes, costillas, vértebras y demás, lo que hoy en día se conoce como 化石 huà shí, fósiles.

Uno de los lugares identificados como fuente de estos curiosos fósiles se encuentra unos 55 kilómetros de la plaza 天安门 Tiān'ānmén, en 周口店 Zhōukǒudiàn. Debido a sus abundantes fósiles, la montaña de donde se extraían todas aquellas curiosas rocas fue nombrada como 龙骨山 Lóng gǔ shān, Montaña de huesos de dragón, probablemente por el sobredimensionado tamaño de muchos de estos fósiles, que debieron haber recordado más a los mitológicos dragones chinos que a los animales que actualmente habitan la región. 

Extranjeros siguiendo la pista

En 1918, el químico J.M. Gibb decidió viajar hasta la 龙骨山 Lóng gǔ shān, Montaña de huesos de dragón para observar los famosos fósiles con sus propios ojos. En una montaña cercana llamada 鸡骨山 Jī gǔ shān, Montaña de huesos de pollo (cuyo nombre proviene del pequeño tamaño de los fósiles que allí se encuentran), encontró un banco de rocas rojas con una serie de interesantes fragmentos fósiles.

Los pequeños restos fósiles eran muy fragmentarios y aunque Gibb era un gran aficionado a la paleontología, era incapaz de identificarlos. Comentó su descubrimiento con el geólogo sueco Johan Gunnar Andersson, que se encontraba en la ciudad como asesor para el Ministerio de Agricultura de China. Interesado en el tema, el geólogo organizó una pequeña campaña a la región para investigar. Andersson habló con los locales y les mostró los fósiles colectados por Gibbs. Los locales le indicaron la ubicación exacta de la 鸡骨山 Jī gǔ shān, Montaña de huesos de pollo y comprobó que los locales creían que los pequeños huesos se trataban de huesos de pollos. Andersson identifico los fósiles como huesos de roedores prehistóricos.

Andersson no encontró apasionante el trabajo con fragmentos fósiles de roedores y rápidamente todo el trabajo recayó en uno de sus ayudantes de campo: el paleontólogo austríaco Otto Zdansky, que dirigió diversas campañas paleontológicas entre 1921 y 1923. El material colectado por Zdansky fue enviado a la Universidad de Uppsala en Suiza para que fueran estudiados con profundidad. Junto con el paleontólogo norteamericano Walter W. Granger descubrieron que en la cercana 龙骨山 Lóng gǔ shān, Montaña de huesos de dragón había fragmentos de cuarzo que parecían haber sido restos de la construcción de herramientas líticas. Este equipo extranjero comenzó a trabajar en la región en la búsqueda de restos de homínidos.

En 1923 las investigaciones dieron su primer gran resultado: Zdansky informó del descubrimiento de dos molares humanos. Luego de estudiarlos en detalle durante 3 años a la vez que continuaba buscando material fósil, Zdansky publicó en 1926 un artículo en el que informaba a la comunidad científica internacional su descubrimiento. Clasificó los dientes como restos de ?Homo sp., es decir, restos dudosos comparables a algún tipo de homínido. 

Dientes similares a los descubiertos por Zdansky.

Los mejores expertos

A pesar de encontrarse en plena guerra civil y con una gran amenaza de una invasión a gran escala por parte del Imperio de Japón, había también investigadores chinos interesados en los restos fósiles de la 龙骨山 Lóng gǔ shān, Montaña de huesos de dragón. Desde 1928, el paleontólogo 裴文中 Péi Wénzhōng (1904-1982) dirigía campañas en la región. En 1934, 裴文中 Péi Wénzhōng publicó el descubrimiento de Canis mosbachensis variabilis, un gran lobo de origen chino.

Las publicaciones de Zdansky y Andersson llamaron la atención del paleoantropólogo canadiense Davidson Black, que se embarcó en la tarea de conseguir el financiamiento de la Fundación Rockefeller para organizar grandes expediciones paleontológicas. Como líder de expedición, Black decidió elegir a un arqueólogo chino: 李捷 Lǐ Jié, quien era todo un especialista en la geología de la región.

En 1927, Zdansky y Black, mientras 李捷 Lǐ Jié organizaba la expedición, asignaron una nueva especie a aquellos molares que habían descubierto: Sinanthropus pekinensis. El género Sinanthropus (de Sino- “China” y anthro- “hombre”) fue propuesto para agrupar a todos los restos de homínidos descubiertos en China.

Con el apoyo del Servicio Geológico Chino y la Fundación Rockefeller, 李捷 Lǐ Jié convocó a un grupo de expertos chinos para las campañas paleontológicas: 丁文江 Dīng Wénjiāng (1887-1936), 翁文灏 Wēng Wénhào (1889-1971), 杨锺健 Yáng Zhōngjiàn (1897-1979) y 贾兰坡 Jiǎ Lánpō (1908-2001). Gracias al excelente equipo convocado, en 1929, 裴文中 Péi Wénzhōng descubrió el primer fragmento de cráneo de este nuevo homínido chino. En 1930, un segundo fragmento de cráneo fue descubierto. En 1932, gracias al reconocimiento recibido por los descubrimientos, los financiamientos permitieron desplegar a 100 trabajadores en las excavaciones.

Junto con los fragmentos fósiles, el equipo también descubrió gran cantidad de herramientas líticas y evidencia del uso de fuego. Hasta su último día, Black apoyó al equipo de investigación chino. Una noche de 1934, Black falleció mientras trabajaba en su oficina. Sobre la mesa se encontraba uno de los fragmentos de cráneo descubiertos. 

Reconstrucción del cráneo de un individuo femenino por Franz Weidenreich.

Crímenes de guerra

Para 1937, el equipo chino había desenterrado más de 200 huesos de homínidos que corresponderían a 40 individuos diferentes, incluyendo 5 cráneos. Una parte importante del equipo seguía trabajando en el yacimiento cuando las tropas imperiales japonesas invadieron la ciudad de 北京 Běijīng. Cuando ocuparon las aldeas cercanas a los yacimientos, detuvieron a todos los trabajadores. Luego de torturarlos a todos, algunos fueron asesinados con bayonetas mientras que otros fueron obligados a tirar de un carro de culí hasta la muerte.

Además de torturar y ejecutar a civiles, las tropas japonesas robaron algunos de los fósiles. Los cráneos, las piezas más importantes porque revelan mucha información sobre la anatomía de estos homínidos, fueron extraviados. No queda claro en qué condiciones se perdieron. Algunas fuentes dicen que las tropas japonesas intentaron llevárselas y se perdieron en viaje, otras que fueron deliberadamente destruidas y algunas otras fuentes dicen que en realidad un grupo de investigadores extranjeros se encargó de ocultarlas o enviarlas al exterior antes de que las tropas japonesas ocuparan la región.

Desde 2005 existe un equipo de investigación chino que se dedica exclusivamente a buscar estos cráneos perdidos. Incluso cuentan con una línea telefónica a la que cualquier persona que tenga alguna pista puede llamar. Aunque han estudiado muchos de los llamados telefónicos, aún no se han encontrado los cráneos.

Existen copias de los cráneos, que fueron realizadas por el antropólogo Franz Weidenreich, quien había quedado a cargo del financiamiento luego del fallecimiento de Black. Estas copias de gran calidad realizadas con fines de estudio y preservación fueron enviadas al exterior para que fueran examinadas por otros investigadores que las pudieran comparar con cráneos de otros homínidos euroasiáticos. Luego de la guerra, se realizaron copias de estas copias que fueron entregadas a China y que pueden verse en diferentes museos del país. 

Copias de los primeros cráneos descubiertos.

La paleontología continúa

Al finalizar la guerra, algunos paleontólogos chinos recomendaron continuar las tareas de investigación en la 龙骨山 Lóng gǔ shān, Montaña de huesos de dragón. 贾兰坡 Jiǎ Lánpō y 刘宪亭 Liú Xiàntíng dirigieron las expediciones y pronto recuperaron nuevo material de los homínidos. En 1966, 裴文中 Péi Wénzhōng volvió a descubrir fragmentos de cráneo que fueron fundamentales para continuar las investigaciones.

Con el nuevo material y gracias a la comparación con homínidos de otras regiones de Eurasia, los investigadores determinaron que todos los restos pertenecían a una especie ya conocida: Homo erectus. Sin embargo, como los restos presentaban algunas diferencias anatómicas con respecto a los provenientes de otras regiones, fueron clasificados como perteneciente a la subespecie pekinensis.

Las investigaciones se han mantenido prácticamente de forma ininterrumpida desde entonces. En 1972 se descubrieron restos de Homo sapiens en los mismos estratos, lo que muestra que ambas especies estuvieron en estrecho contacto. Además, dataciones modernas han revelado que los restos fósiles tienen entre 230.000 y 500.000 años de antigüedad. En las últimas décadas se han descubierto cuevas en estas montañas que en su interior tienen gran cantidad de fósiles de Homo erectus pekinensis

Reconstrucción por Cícero Moraes.

Fósiles de gran relevancia

Desde su descubrimiento, los fósiles de Homo erectus pekinensis han representado algunos de los restos de homínidos más antiguos descubiertos en China y son fundamentales para comprender la evolución humana. Al principio se creyó que los humanos podrían haberse originado en Asia y luego haber migrado al resto del mundo. La hipótesis más ampliamente aceptada en la actualidad es que los Homo erectus se distribuyeron por gran parte del continente Euroasiático y luego los Homo sapiens los alcanzaron en una segunda oleada migratoria desde África. Casi toda la evidencia apunta que es probable que Homo erectus y Homo sapiens se hayan cruzado, dando lugar a los humanos modernos, dado que en la gran mayoría de nosotros hay genes provenientes de la cruza con un homínido desconocido.

El sitio donde Homo erectus pekinensis fue descubierto puede visitarse y hay un gran museo sobre la historia del descubrimiento y la relevancia de estos fósiles, así también como información sobre lo que sabemos del modo de vida de esta especie y su relación con la fauna fósil descubierta. Aunque el museo se encuentra algo apartado de la ciudad, el Museo Nacional de China y diferentes museos de historia y de ciencias naturales cuentan con fósiles reales, copias y herramientas líticas de Homo erectus pekinensis en exposición, evidencias de un importante eslabón de la evolución humana.

Entrada del Museo de 周口店 Zhōukǒudiàn.

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2 comentarios

  1. Respuestas
    1. Nos alegra ver que le ha resultado interesante! Es una especie muy importante por su relación con la nuestra y todavía esconde muchos secretos que esperamos ver revelados pronto!

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