" Ginkgo biloba, el fósil viviente

Ginkgo biloba, el fósil viviente

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Hoy en día el árbol de Ginkgo biloba puede verse en plazas, parques y calles de todo el mundo. Con sus características hojas de dos lóbulos que se tornan amarillas en otoño, es un árbol fácil de reconocer y muy apreciado por su gran belleza. Este árbol es oriundo de China y si no hubiera sido por el cuidado y la dedicación de los chinos no podríamos apreciar su color dorado cada otoño. En chino el árbol se llama 银杏 yín xìng, literalmente "albaricoque de plata". Lo que pocos saben es que, se trata de un fósil viviente, el último representante de una próspera estirpe de árboles. Allí como se lo ve, un árbol sencillo y de crecimiento lento, es una planta que ha logrado sobrevivir a dos de las mayores extinciones masivas de la historia de nuestro planeta. 

El concepto de fósil viviente

El término “fósil vivo” es muy utilizado en la literatura tanto de divulgación como científica. Dentro de la paleontología es un término que no está exento de cierta controversia. Llamar a un ser vivo “fósil viviente” puede llevar a la errónea idea de que se trata de un ser vivo que ha permanecido inalterado desde su origen en un pasado muy remoto. En realidad, el término se suele utilizar para denominar a algunos seres vivos que normalmente se identificaron primero en el registro fósil y que además:

1- Son seres vivos de un grupo particular que se han mantenido reconocibles por sus características en el registro fósil por un tiempo inusualmente largo.

2- Los miembros del grupo muestran muy poca divergencia morfológica.

Por lo general, las especies se encuentran sometidas a una constante presión de selección que las lleva a evolucionar a lo largo del tiempo. Sin embargo, en situaciones muy especiales, un grupo de especies puede variar muy poco morfológicamente a lo largo de las eras geológicas, lo que lo convierte en un fósil viviente. Existen muchos organismos que podemos clasificar como fósiles vivientes, algunos de forma mucho más clara que otros. Algunos animales como el Celacanto o los Nautilus han permanecido sin grandes alteraciones morfológicas por millones de años. No obstante, su poca divergencia morfológica no debe llevar a pensar que no han evolucionado. El clima y las condiciones de nuestro planeta están en constante cambio y la evolución y extinción de las especies provocan grandes cambios en los nichos ecológicos. Los fósiles vivientes presentan pequeñas variaciones morfológicas que seguramente han contribuido a su supervivencia y probablemente su genoma presente una gran variabilidad a lo largo del tiempo. 

El registro fósil

La mayor parte del registro fósil de los Ginkgos está formado por hojas y ovarios (1). La gran cantidad de hojas se debe a que se trata de un grupo de plantas caducifolias, es decir, que cada otoño sus hojas se caen, permitiendo así que existan más probabilidades de que alguna hoja se preserve fosilizada. La baja variabilidad morfológica de las hojas de ginkgo las transforma en fósiles fáciles de identificar.

Otras estructuras de las plantas, como el polen o la madera son menos comunes en el registro fósil y son más difíciles de identificar. Tanto el polen como la madera presentan características que pueden ser indistinguibles de otras plantas prehistóricas. Por esta razón, a excepción de algunos extraños casos en los que la madera se ha preservado en conexión orgánica con hojas o en las que una rama posee tallos con polen, es difícil asegurar si estamos frente a un fósil de Ginkgo u otra planta. 

Troncos petrificados de Estados Unidos que podrían pertenecer a Ginkgo.

El Pérmico

Existe una gran controversia sobre si los restos de la planta fósil Dichophyllum, del Carbonífero tardío (hace 318-298 millones de años), podrían ser una especie de Ginkgo. Los fósiles más antiguos, que sin lugar a duda son de Ginkgos, se han descubierto en el Pérmico inferior de Francia (de hace 299 a 270 millones de años). Se trata del género Trichopitys, un árbol que presenta características propias de los Ginkgos como las hojas insertadas de forma helicoidal y los ovarios ubicados en una pequeña ramificación solo identificada en la actualidad en la especie Ginkgo biloba. Durante el Pérmico, evolucionaron varias especies de Ginkgos, aunque nunca llegaron a ser los árboles dominantes en los bosques.

En la transición Permo-triásico (hace 298 millones de años), se produjo la mayor extinción masiva de la historia de nuestro planeta. Debido a esta extinción el 95% de las especies marinas y el 70% de los vertebrados terrestres se extinguieron. Las razones de la extinción no son muy claras, pero todo apunta a un rápido aumento de la temperatura debido a vulcanismo, liberación de metano, el impacto de un meteorito o todo a la vez. Los Ginkgos estuvieron al borde de la extinción, pero lograron sobrevivir.

El Mesozoico

Luego del evento de extinción, a los Ginkgos les tomo casi 14 millones de años recuperarse. La era mesozoica (hace 251 a 66 millones de años) se divide en tres períodos: Triásico (251-201 millones de años), Jurásico (201-145 millones de años) y Cretácico (145-66 millones de años). Durante los dos primeros tercios del Triásico, los Ginkgos tuvieron un lento período de recuperación. Hacia finales del Triásico, ya habían conseguido recuperar la diversidad que habían mostrado antes de la extinción. Durante el Jurásico y Cretácico, los Ginkgos se expandieron rápidamente, alcanzando todos los continentes del mundo excepto la Antártida. 

Fósil de Ginkgo del Triásico de Irán.

Hacia finales del Cretácico, un grupo de plantas comenzó a expandirse rápidamente: las angiospermas o plantas con flor. El rápido crecimiento, adaptabilidad y eficiencia reproductiva hicieron que las angiospermas fueran plantas muy competitivas en todos los nichos ecológicos, desplazando a otras plantas primitivas como helechos o Ginkgos. Por si fuera poco, a finales del Cretácico se produjo otro gran evento de extinción masiva, que acabó con gran parte de la diversidad de dinosaurios y perjudicó a algunos grupos de plantas.

Hacia la actualidad

Luego del Mesozoico, los Ginkgos perdieron su diversidad rápidamente, debido a que los nichos ecológicos que ocupaban antes de la extinción fueron rápidamente usurpados por plantas con flores. Los Ginkgos son de crecimiento lento y quedaron relegados a altas latitudes del hemisferio norte. 

Fósiles de Ginkgo en Estados Unidos posteriores a la extinción del Cretácico terminal.

Durante el Oligoceno (hace 33 millones de años), se produjo una rápida disminución de la temperatura global, relacionada principalmente con la separación de Sudamérica y la Antártida estableciendo así la corriente circumpolar antártica. Los grandes bosques de angiospermas retrocedieron y los Ginkgos tuvieron oportunidad de extenderse hacia el sur del hemisferio norte.

En el Mioceno (hace 23 millones de años) la temperatura aumentó rápidamente y un gran número de especies de Ginkgo se extinguió. Durante esta época los Ginkgos desaparecieron completamente de América del Norte. Hace 5 millones de años, a finales del Plioceno, también desaparecieron de Europa. Así, el Este de Asia se transformó en el último reducto de los Ginkgos. El registro fósil muestra que en algún momento del Eoceno (hace entre 56 y 33 millones de años) surgió en China la especie Ginkgo biloba, la que se transformaría en la última especie de Ginkgo sobre el planeta. 

Fósil de Ginkgo biloba del Eoceno de Canadá.

El protegido de los chinos

La población de Ginkgo biloba era pequeña y se encontraba restringida a unos pequeños bosques en China. Los médicos tradicionales chinos descubrieron que las hojas de Ginkgo tienen algunos efectos positivos sobre la salud y comenzaron no solo a utilizar la planta, sino también a recomendar su cultivo. El árbol comenzó a ser una especie común en las ciudades y poblados chinos, donde era apreciada y cuidada. Con la introducción del budismo en el país del Río Amarillo, el Ginkgo biloba se convirtió en una planta que nunca podía faltar en los templos. Su gran belleza y sus propiedades medicinales favorecieron que los monjes budistas la plantaran y cuidaran.

Cuando los primeros monjes budistas chinos se establecieron en Corea y Japón, alrededor del año 1192, llevaron consigo al Ginkgo biloba para plantarlo en los templos. De la mano de los chinos, el Ginkgo comenzaba su nueva etapa de expansión.

En el año 1691, el botánico alemán Engelbert Kaempfer (1651-1716), que trabajaba para la Compañía Holandesa de las Indias Orientales, se sorprendió al observar por primera vez al Ginkgo biloba en Japón y realizó una detallada descripción. Hasta entonces, los europeos solo conocían a los Ginkgos por sus hojas fósiles. En 1730, las primeras semillas de Ginkgo biloba fueron transportadas a Europa, donde comenzó a cultivarse. En 1771, Linneo (1707-1778) llamó formalmente a la especie “Ginkgo biloba” por sus características hojas con dos lóbulos.  

Una clasificación compleja

Por sus características similares a las coníferas Taxaceae, el Ginkgo fue colocado dentro de este grupo biológico. Sin embargo, en 1896, el botánico japonés Sakugoro Hirase (1856-1925) descubrió que el árbol posee espermatozoides móviles flagelados. Los Ginkgos presentan división de sexos y por esta razón hay árboles masculinos y árboles femeninos. Si bien se conocen algunos casos en los que un árbol masculino puede eventualmente producir óvulos si no hay árboles femeninos cerca, normalmente cada árbol produce solo polen o solo óvulos. Cuando el polen alcanza un óvulo, se abre y libera una célula espermática con flagelo, que ingresa al óvulo batiendo sus flagelos. Esta es una característica única de los Ginkgos y que sólo se ha descubierto en plantas fósiles extintas del Carbonífero y Pérmico. En la actualidad se reconoce que los Ginkgos forman su propio grupo y que están estrechamente emparentados con algunos grupos de plantas extintas.

Los bosques de China

En la actualidad existe un único bosque de Ginkgo biloba salvajes ubicado en la provincia de 浙江 Zhèjiāng. Sin embargo, análisis genéticos recientes han sugerido que incluso este bosque podría haber sido plantado por los chinos. Hoy en día el Ginkgo biloba crece en diversas ciudades de todo el mundo, especialmente en España, Argentina, Uruguay, Chile, Estados Unidos y Francia. Si no hubiera sido por el cuidado de los chinos, existe la posibilidad de que esta hermosa planta se hubiera extinto hace cientos de años. El Ginkgo biloba sigue siendo una especie considerada en peligro de extinción, pero al igual que el oso panda, puede estar tranquila mientras sus cálidos cuidadores chinos continúen plantándola en parques y calles de toda China. 

(1) En las angiospermas, plantas con flores, el ovario, o parte femenina, se encuentra en el interior del gineceo de las flores. En el caso de las Ginkgos, que son plantas que no poseen flores, el árbol produce un ovario que pende de una pequeña rama, a la que debe llegar el polen para formar la semilla. 

Ovarios pendiendo de una pequeña rama de Ginkgo biloba.

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