" Cómo pensar la filosofía china

Cómo pensar la filosofía china

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Una mirada situada, pero inquieta y viajera

Nuestro acercamiento a la filosofía china está teñido, necesariamente, de conceptos de las tradiciones americana y europea. Es bueno tomar conciencia de esto, pues ellos son nuestras herramientas conceptuales y son bastante maleables, lo suficiente para permitirnos edificar una mirada que, como toda mirada, está siempre situada. Esta ubicación no es, sin embargo, una frontera sino un punto de partida desde donde fundamentar una interpretación. 

Cualquiera puede entender las dificultades que subyacen a tal empresa: una cultura diferente, muy antigua, extremadamente rica y expresada en una lengua de una familia diferente de la indoeuropea a la que pertenece el español y sus lenguas hermanas. El chino, en efecto, pertenece a la familia sino-tibetana, y construye sus caracteres a partir de principios bien diferentes de aquellos que permiten hilar estas palabras. Esto no significa que no se pueda traducir, sino que la traducción tiene límites, y parte de la tarea que hacemos al estudiar los textos es identificar estos límites y empujarlos, a veces, un poco.

Incluso cuando elegimos no traducir, y ya tenemos muchos términos filosóficos chinos incorporados en nuestra lengua (tao, yin yang, feng shui), a la hora de dar cuenta de ellos nos valemos del español. Aquí ya podemos identificar un primer problema: qué términos traducir y cuáles conservar en la lengua original. Una cuestión básica de este problema es qué significa la lengua original, dado que, por ejemplo, dào, no es un carácter de la lengua original sino una transcripción fonética de un sistema forjado a mediados del siglo veinte. Por eso es común encontrar el término "tao", que obedece a un sistema de transcripción anterior, utilizado en Europa y América. 

¿Filosofía?

Si nos centráramos solamente en el término “filosofía”, y a partir de allí devanáramos su historia, tenemos que pensar que fue un invento griego del siglo VI antes de la era común (o quizás dos siglos antes, si podemos rastrearla en las obras de Homero y Hesíodo), y que se desarrolló en el territorio europeo a partir de ese momento, adquiriendo características diferentes y acompañando la expansión de su cultura por medios, muchas veces, violentos. Estrictamente, el concepto de filosofía no existió en China hasta finales del siglo XIX, momento en el cual los chinos adoptan el término 哲学 zhé xué, que había sido forjado por el filósofo japonés del período Meiji, Nishi Amane, quien fue responsable de la introducción de la filosofía europea en la educación japonesa. En ese siglo, muchos estudiantes chinos se formaron en universidades japonesas, y de allí la introducción del término en China.

Sin embargo, la perspectiva eurocéntrica esconde el problema de la relación entre el término y aquello que designa. Un pensador que se pregunta qué es lo que hace que un hombre o una mujer se vuelvan sabios, cómo aconsejar a un gobernante para que procure la felicidad de su pueblo o cuáles son las dificultades para persuadir a que aquél atienda el consejo están realizando una actividad que puede ser considerada filosófica, independientemente del término que se use para designarla.

Despejado este problema del doble sentido del término "filosofía" (como producto europeo que se extiende a otras regiones o como actividad humana fundamental que toma distancia del mundo y de sí misma para forjar un espacio para preguntar), lo primero que podemos señalar es que la filosofía china ha permeado y sigue permeando la cultura china de un modo fundamental, representa el espíritu de la nación y es el elemento básico de su identidad cultural. Confucio, por ejemplo, se estudia en historia, en filosofía y en letras desde una edad muy temprana. Sus valores siguen siendo difundidos y conocidos, sus obras se comentan y surgen nuevos movimientos que lo reconocen como antecedente.

Si pensamos en América y Europa, en general la filosofía china no se encuentra incorporada dentro del plan de estudios de filosofía, y por lo general, cuando existen, hay departamentos de estudios orientales en general, no específicamente filosóficos.

Peligros y oportunidades

En las palabras anteriores hay un sinfín de oportunidades de comprensión y ampliación de los horizontes culturales pero también hay peligros:  la asimilación, la no percepción de la diferencia, el apuro para entender aquello que requiere apertura, paciencia y perseverancia. Para sortearlos, vamos a valernos de lo mismo para pensar lo diferente, y a veces vamos a recorrer el camino inverso y emplear conceptos chinos para pensar los de nuestras tradiciones más próximas. 

Pensar la filosofía china es un camino que, como afirma el 道德经 Dào Dé Jīng, comienza con el primer paso. Y cómo no va a entender de recorrer senderos una obra cuyo concepto principal, dào, significa, precisamente, “camino”:

千里之行,始于足下      

Qiān lǐ zhī xíng, shǐ yú zú xià 

Un viaje de mil comienza al dar el primer paso. 

(道德经 Dào Dé Jīng, 64) 

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